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No saber.
Ya no saber, dónde se rompe la cuerda. En qué lugar está más floja, en cuál más tensa.
No saber si existe la cuerda. Si es amable o cruel con uno, si se delimita en el espacio o en el tiempo, o si ya no hay espacio ni tiempo, ni límites en la retina.
Decidir si lo mejor es la rotura, o la deconstrucción, o la destrucción o la construcción, o qué. Mejor no decidir. Mejor no definir. Mejor no tener ya una relación con la verdad que acecha el cuerpo completamente desprotegido y en duda, tambaleante, jadeante, sin fuerzas.
Mejor la entrega sin resistencias a lo que no se sabe, a lo que no se puede, a lo que se abre, a lo que se cierra, a lo que abisma incierto en la palabra “dejar(se)”.
2 comentarios:
Me encantó.
me alegra, gracias!
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