Polvo de polillas
viernes, 9 de septiembre de 2016
viernes, 29 de julio de 2016
miércoles, 3 de febrero de 2016
Acidez
La película comenzaba con un “mirarla dolía”. A veces mirar
duele, pero que dejen de mirarte también, o que te miren de otro modo, o mucho.
O poquito. Es la mirada. Y la verdad y la mentira, y que te digan algo y
después resulta que no. Mirar. No ver. Y también decir.
Las horas que parecen segundos de una charla te hacen ver.
Te hacen ver muchas cosas. Que hay una mano que nunca llega a acariciarte, pero
sí llegan las letras delineadas. Que puede ser verdad eso de la cura por la
palabra. Pero también que puede ser mentira que algo del orden de la escucha o
la lectura pueda brindar confianza. La acidez combinada con el amor puede hacer
desastres. Podés desaparecer.
jueves, 29 de enero de 2015
Casa
Una casa puede ser un paraguas debajo del cual refugiarse,
aunque no llueva. O una parada de colectivo donde se filtre la luz y la
oscuridad. O las manos ahuecadas, tapando los ojos, la cara, el viento y el
horror. Pero nunca el cajón de las fotos olvidadas, el galpón al que no se
puede entrar porque el techo se cae, o el armario que aún conserva ese olor.
O sí.
jueves, 16 de octubre de 2014
Kannazuki
En Japón,
octubre es el mes en el cual los dioses se ausentan. Según el Shinto, durante
este período los ocho millones de dioses (kami) abandonan sus propios templos para
reunirse en uno de los más antiguos e importantes: Izumo-Taisha.
Octubre es
también el mes del Momiji (arce), el mes del enrojecimiento de las hojas.
Los dioses
no están, vacacionan, se divierten, socializan con sus pares. El arce se torna
rojo, todo se torna rojo. Y conviven, armoniosamente, la ausencia y el
enrojecimiento de la espera.
Se puede esperar. El tiempo puede detenerse y
sangrar, un instante, una eternidad, o lo que sea que duren las hojas antes de
caer.
jueves, 28 de agosto de 2014
Performar
En el
teatro kabuki* los cambios de escenografía
se realizan en medio de la ejecución de la obra. De repente aparecen los kuroko
(黒子), pequeños hombres vestidos de
negro de pies a cabeza, y rápidamente comienzan a quitar y agregar distintos
elementos a lo largo del escenario. Lo inverosímil, es que estos hombrecitos aparecen
en medio de los personajes y circulan sin ser “notados”: es decir, para los
espectadores y para los mismos actores son “invisibles”. Pero están allí, uno
los ve, los acompaña con los ojos siendo testigos de la incorporación o
ausencia de cada nuevo objeto.
Doble engaño: sabemos que están, hacemos como que no,
cerramos los ojos sólo para imaginar un lugar vacío o un lugar atestado. Los
abrimos para asistir a la magia de lo nuevo. Los vemos deslizarse en su propia
oscuridad. Pero algo se nos hace fosforescente: en un momento dejan de estar.
*forma de
teatro japonés tradicional caracterizado por un drama estilizado y el uso de elaborados
maquillajes por parte de los actores
lunes, 11 de agosto de 2014
Abgrund
Imagen: Nicoletta Ceccoli
Debatir,
suave y profundamente,
si algo de esa presencia es sostenible.
Oscilar,
perpetuamente
hacer
silencio (ese que hace estallar piedras)
cerrarle los ojos al mundo
y a las manos que piden
quedar desterrada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)