Escribí -hace tiempo- acerca
de los bordes del otro, esos abismos a los cuales me asomaba y rodeaba, curiosa
(pero sin caer). Ese horror insondable, que enmudece, y se hace incomprensible
para quien sólo es testigo de una historia que le es completamente ajena.
hoy yo enmudezco
(enmudecemos)
ante el vacío oscuro y frío de lo que fue
me asomo, y ya no dejo
colgar mis pies
a veces le doy la
espalda,
porque no es mi vacío
a veces me lanzo en caída
libre
porque vuelvo a confiar
en que si no hay fondo
al menos hay manos
rozando
mis intentos de aliviar.
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