Mil hojas secas en un libro,
ya no pueden contra este jardín
Mil otoños entre mis páginas
ya no pueden deshojar ayeres
de momijis que en mí son rojos
(y de ginkos que aún son verdes)
Aunque crujan luego entre mil dedos
y fallezca su color
Mil hojas secas en un libro
o mil marcas en mi piel
o mil haikus amarillos
ya no pueden
contra este jardín.
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