Le pone un marco a mi cara, ése que antes no podía, hace una cunita perfecta con sus manos, y me sostiene
Le pone un marco a mi emoción, a esas lágrimas que antes no estaban, y que ahora no paran de escapar.
Y es la medida perfecta.
Me mide a la distancia fingiendo un cuadrado con sus dedos, y me pinta, de memoria, como él dice.
Después me enmarca y yo me escapo del cuadro, y lo espío. Me río, y él.
Cómplices los dos? No lo sé. Pero está ahí, a pesar de sus errores.
Y pensar que era la muerte su ausencia, y sin querer, nos buscamos en lugares tan lejanos, en cuerpos tan banales.
Y es la medida perfecta.
Y es perfecta porque no se mide, porque el marco se abre, se desliza, se estira y se amolda a nuestros cuerpos.
Y es perfecta porque nos cae encima, sin querer, y no nos incomoda.
Y es perfecta porque no es cárcel. Porque cárcel ya fuimos los dos.
6 comentarios:
Un texto increible Karen. De una delicadeza despiadada, de una ternura visceral.
Muchas, pero muchas gracias Maxi.
Desmarcarse, virtud de jugadores habilidosos, de gambeta corta, en una baldosa; dejar atrás al contrincante, dejar atrás al atrás, y ser-todo-delante. Las distancias también se pueden medir por cuánto duele ir al encuentro. Casi 1500 km para buscar esa verdad, para enmarcar-nos, para parar la pelota y dejar de tirarla para arriba: salimos! cada milímetro de esos km valen mi pena "porque no se mide y es perfecta". Es perfecta, como marco, como stopper, porque eso ya lo fuimos. Los dos.
Tan, pero tan bello el paso del fuimos a tu "siendo".
Lo busco ansiosa y lo vuelvo a leer cada vez que entro a tu blog, increiblemente hermoso!
Gracias Aldi
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