viernes, 18 de enero de 2013

Historia...e infancia.










No jugábamos a los dados. Pero de haberlo hecho, el curso del mundo habría cambiado sólo con desearlo un poco en nuestra infancia compartida. Refugios con toallas y escobas, bicicletas demasiado grandes para nuestros pequeños cuerpos, autos, pelotas y ninguna muñeca, aventuras en los árboles, en tierras desconocidas, en universos inventados. Odiseas en la pelopincho.
Y lo inmenso era el deseo, y lo pequeño las tardes que duraban poco, y lo difícil los retos que eran eternos, y lo doloroso la despedida inducida. Mirarnos a los ojos después de veinte años, y no querer que llegue la tardecita, porque se hace de noche… y hay que volver.

2 comentarios:

jime rivas dijo...

Qué hermoso Karen!

Karen dijo...

Gracias Jime :)