lunes, 5 de diciembre de 2011

Tanabata (o cómo cruzar puentes)

A partir de este momento, la dimensión, el espacio y el tiempo de este lugar oscilarán y se desplazarán. A lo mejor no podremos vernos la una a la otra, aunque estemos las dos juntas, y cada una verá algo muy distinto…en la otra orilla del río. Pase lo que pase, no grites, ni intentes cruzar el puente, ¿has entendido?

-OK-asentí con la cabeza.

Banana Yoshimoto, Kitchen.


Banana Yoshimoto, en su novela Kitchen, alude en un momento de su relato a la leyenda japonesa de Tanabata (Qi Xi en China) literalmente, la “festividad de las estrellas”. Cada 7 de julio se festeja en Japón el encuentro entre Orihime y Hikoboshi, dos amantes separados por un río de estrellas (la vía láctea), a los cuales sólo se les permite verse el séptimo día del séptimo mes de cada año. Cuenta la leyenda que Orihime, hija de Tentei, el padre celestial, tejía telas incansablemente a orillas de la vía láctea. Sus tejidos eran tan bellos y tan apreciados por su padre, que Orihime sólo tenía tiempo para trabajar en sus bordados, no pudiendo así relacionarse nunca con nadie. Su padre, preocupado, decide concertar un encuentro entre su hija y Hikoboshi, un pastor que vivía al otro lado del río de estrellas. Ambos se enamoraron perdidamente y se casaron apenas se conocieron, y era tan grande su amor, que comenzaron a descuidar sus tareas. Orihime ya no tejía sus preciosas telas, y Hikoboshi descuidaba su ganado. Tentei, enfurecido, decidió separar a los esposos, y los retuvo uno a cada lado del río, prohibiéndoles verse. Sensibilizado ante los ruegos de su hija, y sus eternos llantos, Tentei permite a los amantes un único encuentro, el séptimo día del séptimo mes, con la única condición de que su hija terminara con su trabajo atrasado. Cuando llegó el tan ansiado día, no pudieron reunirse porque no había modo de cruzar el río, sólo podían mirarse el uno al otro. Ante los sollozos de Orihime, una bandada de urracas hizo un puente con sus alas, y así pudieron los amantes cruzar el puente y reunirse. Cada año, las urracas se reúnen para construir el puente con sus alas, siempre y cuando no llueva. Al llover, los amantes, lamentablemente, deben esperar un año entero para volver a reunirse.

El río estaba entre él y yo…sentí una oleada de añoranza, su figura se sobrepuso a la imagen del recuerdo que guardaba en mi corazón y ambas se fundieron hasta convertirse en una.

Banana Yoshimoto, Kitchen.


2 comentarios:

Ana Miravalles dijo...

es muy hermosa esta historia, la lei hace unos días, la vuelvo a leer ahora de nuevo y me encanta...
gracias, besos

Karen dijo...

Gracias Ana! es una bella historia...
besos