sábado, 15 de octubre de 2011

Equilibrio



Bélgica, de Chantal Maillard



Sin embargo...

Sin embargo,

sin embargo,

sin embargo... No me

fío de mí. Nada es

permanente. Menos

lo es la palabra. Esto

tampoco,

esto tampoco,

esto tampoco. No me fío,

no te fíes de quien

dice, de quien

habla, de lo que se

dice, de lo que dices,

de lo que digo,

no me fíes,

no te fío.

La lucidez es una chispa, un

estado de conciencia

en las multiplicadas estancias

de la conciencia o que hacen

conciencia, las estancias

que se alargan, se prolongan, se

continúan, y así

se le llama conciencia

a aquella continuidad.

No me fío, no te

fíes de las estancias,

se estrechan,

se acortan,

se invaden,

desaparecen,

la lucidez es un instante

entre estancias,

ventanas en la mónada que

si permanece bajo

la luz del foco se hace estancia,

también ella, y sufre

las mismas convulsiones.

Sin embargo,

sin embargo,

sin embargo... lo

que intuyo ahora

se borrará mañana,

luego,

ahora,

apenas se haga pensamiento,

conciencia: estancia. Atrapamos

la sensación que invade las entrañas,

muy abajo,

muy adentro,

muy homogénea, la atrapamos

y la hacemos eso: "sensación",

la nombramos,

la describimos... la perdemos. Ya

no es ella, ya no es eso, ya no es.

Aún está allí pero

no es lo que digo,

lo es apenas,

no es lo que oís,

no es eso, no

os fiéis,

no me fíes,

no te fío.

De nuevo cae la tarde,

mengua la luz.

Los colores del otoño vienen del oeste,

decía aquel poeta chino.

El mundo está en mí.

No me apartaré.

Acojo todos los colores, el

estío dentro de mi otoño,

porque sé que no

hay fin, que no habrá término.

Todo comienza y termina en mí.

Yo soy el infinito proyecto de mí misma

por encima de mí

me sobrevuelo.


(Gracias Sergio, las palabras hacen equilibrio)

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