
“Bajo la lluvia de verano,
el sendero,
desapareció”.
Buson
Un ensamble entre lo dramático y lo lento, lo rápido y lo dinámico. Dos partes, dos secciones que arbitrariamente se abrazan en un momento, sin albergar ninguna relación entre ellas.
Como mis paraguas y mis lluvias. Una lluvia, un paraguas.
Salgo, siempre, a lo húmedo, con la intención de que no me alcance. Con la intención de evitar que mi pelo se entregue a un mar de pegoteo. Con la intención de que mi ropa permanezca seca y no se adhiera a mi cuerpo, revelándome, insinuándome sus pliegues.
Salgo, y siempre, mi paraguas se rebela, se retuerce, se envilece, se desgarra, me abandona, se desintegra hasta el hartazgo, deshilachando el techo de la intemperie, recordándome, en definitiva, su imposibilidad.
Salgo, y no hay techo, porque ya no hay intemperie.
Salgo,
la lluvia me escribe,
y soy texto.
4 comentarios:
creo en esa relacion reciproca de escritura mutua, entre la naturaleza y nosotros. lo pense diferente y lo redacte asi ( debe ser que me distrajo la lluvia) saludos.
Py Tea,
la lluvia siempre (siempre) distrae, y así todo se humedece suavemente...y surge la escritura diferente. Beso
¡Bravo! Me encantó la idea, me gustó lo del ensamble y esa bella metamorfosis del final. Bonito giro. Saludos.
Saludos Martín! y sigamos texturando
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