martes, 24 de agosto de 2010

Alicias


Un instante más y Alicia había pasado a través del cristal y saltaba con ligereza dentro del cuarto del espejo.

Lewis Carroll, Alicia a través del espejo.


En mis manos, hoy, se derriten los espejos. He llegado a descubrir que este mundo se empecina en mostrarme mis propias construcciones de aquél otro mundo, el que un día creí ficticio, como real.

Y hay dos alicias que dibujan su rostro ante el espejo, que recorren con los dedos las líneas de sus rostros como si fueran infinitos, interminables, de lúdicas fronteras.

Se abre el libro y las letras invertidas se muestran y perciben con naturalidad. Y ya no se sabe quién escribe y quién lee, así como no se sabe quién derrama la tinta, y quién la recoge, devolviéndola a sus venas.

Pero Alicia sabe que hay otra Alicia. Y también sabe, que ante el espejo, se derriten la realidad y la ficción, y sólo queda ella.

Y su cristal.




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