domingo, 9 de marzo de 2014

Vals





No hago genealogía cuando revuelvo esos desvanes
No me cubro de cenizas, no me vuelvo gris.
Bailo un poco con los muertos,  me enrosco en sus cuerpos
Aferro esos huesos tristes, y me hundo.

No hay historia. La memoria ni siquiera está enterrada, no está, nadie recuerda, ni a Ofelia, ni a Inés, ni a él. Hay agujeros que son abismos desmedidos. Vacíos de recuerdos, el mantel de hule y margaritas, los caracoles purgándose en polenta, su vestido abotonado, la casa de atrás sin terminar,  un gato jugando con un ovillo de lana blanca, ella que se enreda en mi cuerpo y se cae, se cae y ríe, porque soy chiquita y no puedo levantarla. Y se queda tirada en el piso hasta que llega el abuelo y me retan, me gritan, pero ella ríe y dice: no es nada. Mi madrina con los ruleros puestos horas antes de su casamiento. Mi pelo corto a lo varón porque no me dejo peinar. Los cancanes corridos de tanto tirar, pica, pica, le digo a mamá. El cuello con florcitas del vestido que me obligaron a vestir. No llores, dice Ofelia, no llores que ahora viene el vals. Y bailamos. Y nos sacaron esa foto,  estoy llorando, en sus brazos, bailando el vals.

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