miércoles, 24 de marzo de 2010

El verde más verde


En el mes de diciembre del año 2005 visité el ex centro clandestino de detención S-21 (también conocido como Tuol Sleng) en Camboya. Era una bellísima mañana, soleada, y los pájaros trinaban. La vegetación del lugar era maravillosa, el verde de ese paisaje fue el verde más intenso que mis ojos han visto hasta el día de hoy. Tuol Sleng estaba detenido en el tiempo, todo permanecía exactamente igual que en los años setenta, pero mi cuerpo no podía resistir el hecho de que ese mismo verde hubiera podido coexistir junto a las atrocidades cometidas en ese lugar.

Sentado en un banco de madera, pintando un cuadro, justo enfrente de las celdas, justo frente a mí, estaba Vann Nath, uno de los siete sobrevivientes del S-21. Vann Nath pintaba lo vivido, sigue pintando y testimoniando el horror, y sus cuadros están colgados en el interior del edificio principal. Compré su libro testimonial al regresar al hotel, y sentí el deber de leerlo entero esa misma noche, simplemente porque yo estaba allí, en ese verde paisaje, de cuerpo entero, observando. Y el verde más verde marcó el inicio de una reflexión que ya no se detendría: la de saber que existen aquellos que coexisten y existen a través de sus marcas, imborrables, y que tratan de plasmar en el lienzo de la memoria de los hombres, el desgarro de los cuerpos sin sentido, y también, el verde más verde que se haya visto.

Una de las salas de tortura en Tuol Sleng, Camboya, diciembre de 2005.


Hoy, me desdigo.

Hoy, las puertas se abrieron por primera vez, y a pesar de que el nefasto cartel de "Prohibido pasar" nos recibió (por tercera vez en mi caso), las puertas de lo que fuè el centro clandestino de detención "La escuelita" en Bahìa Blanca, estaban abiertas.

Lo que allí me golpeó los sentidos fue la bellìsima mañana, el bello trinar de los pájaros, y, ahora sì, el verde más verde que haya visto en mi vida.

Un verde que a pesar de saberse soporte paisajístico del horror, permite en mi mirada que los cuerpos retornen, que las voces se escuchen, y que la memoria pinte, escriba, y arañe el lienzo eterno e infinito de lo que nunca deberá volver a suceder.

Los verdes, ya no pueden prohibirse.

Predio donde funcionó el ex centro clandestino de detención "La escuelita", Bahía Blanca, 24 de marzo de 2010.

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