miércoles, 27 de julio de 2011

La poesía viaja en tazas




“Sí, por supuesto!

Hablan, discuten, matan…

Luchan por la paz”

Shaker Abdurraheem Aamer

Leo Marcos de guerra. Las vidas lloradas, de Judith Butler. Leo sobre la capacidad de sobrevivir. Leo poemas que sobreviven a la censura, los poemas de Guantánamo. Leo que veinticinco mil versos fueron destruídos. Leo esa poesía que representa, para algunos, un “riesgo especial” por su “contenido y formato”.

Al principio, escribían sobre tazas de espuma de poliestireno, blandas, inofensivas para los carceleros, resistentes y poderosas para los poetas encadenados. Las tazas circulaban, de celda en celda. Ellos escribían, con piedras, con dentífrico.

Bebían las letras.

Después les dieron papel y lápiz, sólo para destruír luego lo que escribieran.

Veintidós poemas viven. Llegaron, de a sorbos.

Y afortunadamente, pueden inundarlo todo.