el corazón al viento
el cuerpo helado
Basho
Mil hojas secas en un libro,
ya no pueden contra este jardín
Mil otoños entre mis páginas
ya no pueden deshojar ayeres
de momijis que en mí son rojos
(y de ginkos que aún son verdes)
Aunque crujan luego entre mil dedos
y fallezca su color
Mil hojas secas en un libro
o mil marcas en mi piel
o mil haikus amarillos
ya no pueden
contra este jardín.
Treinta rayos se encuentran en un cubo,
y en su vacío reside el uso del carro.
Se trabaja la arcilla y se modela un jarrón,
y en su vacío reside el uso del jarrón.
Se horadan puertas y ventanas para hacer una casa,
y en su vacío reside el uso de la casa.
Por esto del ser proviene la posesión,
del no-ser, la utilidad.
Lao Tsé, Tao Té King, LXI
En su vacío reside lo que se instaura. Es, precisamente, a partir de él que tiene lugar su
instauración. Así como se horadan puertas y ventanas para construir una casa, se horada el
cuerpo como vacío, y se le da forma como marca. La carne está allí para decir su presencia, y no
desaparecer por detrás de un lenguaje que la traduzca, a no ser su propio lenguaje, el del cuerpo.
Cómo hacer hablar a la marca que me enmudece?
(igual al intento de hacer poesía luego del horror de las marcas del horror)
Ir por detrás de una marca que no deja de doler, arrancarla de su superficie y hacerla hablar.
Este vacío del cuerpo como uso de la memoria, me atraviesa como marca, se queda como cicatriz, y quiere hablar como cuerpo, pero también, indeteniblemente, como conciencia.
Imágenes de Ernesto Reich (Historias sobre la piel, en www.ernestoreich.com.ar)